sábado, 16 de febrero de 2013

Soñar con tus besos - Capítulo 10



Capítulo 10: Princesa


Ainhoa no había visto a su nuevo novio aquel día, pero él la había llamado unos minutos antes. Habían estado hablando durante un buen rato y, después, él se había despedido diciendo que tenía que estudiar y después, de escuchar un “Buenas noches, princesa”, la muchacha colgó.

Ainhoa sonrió al recordar los sucesos de la noche anterior. Después del beso, los dos habían continuado paseando por la orilla de la playa durante un rato. Toni la había cogido en brazos mientras se besaban poco después y, sin ella se diera cuenta, la había metido en el agua. La muchacha había abierto los ojos cuando el chico se agachó dentro del agua y sintió que se mojaba. Había estado jugando en el agua como niños, capuzándose el uno al otro entre risas y dándose besos salados. Después, habían vuelto a pasear por la playa hasta que se secaron y pudieron subir en el coche.

Cuando regresaron a Spes ya eran más de las dos de la madrugada y, tras despedirse de Toni con un beso en los labios, la muchacha se dirigió a la puerta de su casa. Mientras abría la puerta, escuchó que alguien gritaba tras ella:

-¡Buenas noches, princesa!

Ainhoa se dio la vuelta y vio Toni fuera de su coche, mirándola sonriente. La chica enrojeció y entró en su casa sin hacer ruido. Su madre y su hermana ya estaban durmiendo desde hacía un rato y Ainhoa entró en su habitación los más sigilosamente posible para no despertarlas. La chica sabía que, a la mañana siguiente, su madre le echaría una buena bronca por llegar tan tarde, y no se equivocaba.

Nada más levantarse de la cama, fue a la cocina, donde encontró a su madre preparando el desayuno. Ella la castigó sin salir de casa en todo el fin de semana, pero a Ainhoa no le importó demasiado. Sabía que no podría salir con Toni en aquel tiempo y eso no le alegraba en absoluto, pero estaba muy feliz por los acontecimientos de la noche anterior como para preocuparse por su castigo en aquel momento.

Su felicidad se había ido transformando en aburrimiento conforme pasaron las horas de aquel eterno sábado, hasta que, al final, había llegado la noche.

El sonido de su móvil devolvió a la muchacha al presente. Estaba tumbada en la cama y su teléfono estaba encima del escritorio, así que, con un suspiro, se levantó y fue hasta la mesa. En la pantalla aparecía un pequeño sobrecito en una esquina. Al abrirlo descubrió que el mensaje era de Elena y lo abrió con curiosidad.

“Me ha besado!”

Ainhoa frunció el ceño. No sabía a qué se refería su amiga con aquel mensaje y, aún extrañada, le contestó con otro mensaje.

“Quien?”

La respuesta llegó a su cabeza antes de que Elena pudiera si quiera contestar y la muchacha sonrió. Se había centrado en lo suyo con Toni hasta tal punto que no se había acordado del chico nuevo y su extraña relación con su mejor amiga.

Su móvil volvió a sonar con un nuevo mensaje de Elena.

“Hablamos por video chat? No tengo ganas de escribir ;)”

Ainhoa le respondió rápidamente con un “Ok” y cogió el portátil que había en el escritorio. Se lo llevó a la cama y esperó a que se encendiera. Cuando por fin terminó de cagarse completamente, abrió el programa del video chat y vio que tenía una petición de Elena. La aceptó y la imagen de su amiga, sonriendo de oreja a oreja, apareció en la pantalla del ordenador. Ella la saludó con la mano y Ainhoa la correspondió de la misma forma, sonriendo.

-¿Y bien?-Preguntó la chica-Más te vale que sea interesante, me has hecho levantarme de la cama.

Ambas se rieron.

-Mira que eres vaga-Comentó Elena.

-No me cambies de tema-Respondió Ainhoa-. Puedo imaginar quién te ha besado, pero… ¿cómo ha sido?

-Pues…

-¡Cuenta, cuenta!-La apremió la muchacha, comida por la curiosidad.

-¡Ha sido genial!-Exclamó su amiga-El mejor beso de mi vida.

-Y… ¿cómo ha pasado?

-Pues…-Comenzó-mis padres invitaron a su familia a cenar esta noche y, antes de empezar a comer, estuvieron un buen rato hablando. Marcos y yo nos aburríamos, así que fue a enseñarle la casa y… terminamos en mi cuarto. Pasó algo muy extraño, y, cuando me quise dar cuenta, estábamos besándonos.-Relató Elena, con una sonrisa permanente.

-Oh-Exclamó Ainhoa, intentando imaginarse lo que su amiga le había contado.

-Por cierto, ¿cómo fue tu cita con Toni?-Preguntó Elena, cogiendo a su amiga completamente desprevenida por el cambio de tema.

-¡Genial!-Respondió la muchacha, cuando se recuperó de la sorpresa.

Su mejor amiga la miró como esperando que dijera algo más hasta que consiguió sacarle la palabras.

-¡Oh, Elena!-Empezó Ainhoa-Nunca me ha gustado tanto un chico. Me llevó a cenar a un restaurante en la playa, dimos un paseo por la orilla el mar, nos besamos, también nos bañamos y nos volvimos a besar… ¡Fue la mejor cita de mi vida!-Concluyó, risueña.

-¡Vaya!-Exclamó su amiga, tan emocionada como ella.

-Sí, pero me han castigado.-Comentó la muchacha, cambiando su estado de ánimo en menos de un segundo.

-Qué mala suerte…

-Ya…-Contestó la chica y volvió a sonreír-Pero no importa. Me lo pasé genial, y tampoco es que vaya a esta castigada eternamente, ¿no?

-Cierto-Concedió Elena, sonriendo.

-Bueno-Dijo Ainhoa, suspirando-, me voy a la cama, que ya son horas. Buenas noches.

-Buenas noches.-Se despidió su amiga.

La muchacha apagó el ordenador y sonrió. Aquella chica era su mejor amiga desde el primer día de colegio, donde se conocieron.

Elena había llegado nueva al colegio y la profesora, después de presentarla delante de toda la clase, las había sentado a las dos juntas. Al principio del día no hablaron, porque su amiga, por aquel entonces, no hablaba a no ser que le preguntaran directamente. Después del recreo, las sacaron a las dos a la pizarra para que resolvieran una suma que, para la Ainhoa de cuatro años, era un auténtico rompecabezas. Elena resolvió la suya en apenas un segundo mientras la niña la miraba boquiabierta, incapaz de creerse que la niña nueva fuera tan lista. Elena se había dado cuenta de que no sabía la solución y, cuando la profesora estaba de espaldas, se había acercado a ella y había escrito los números debajo de la operación.

Desde aquel día se habían hecho inseparables. Ainhoa había aprendido muchísimas cosas de su amiga y admiraba la facilidad que tenía para hacer todo lo que se proponía sin el mínimo esfuerzo. Pero aquella amistad también había ayudado mucho a Elena. Empezó a hablar más a menudo y a ser más simpática con la gente que había a su alrededor. El carácter de Elena se fue forjando hasta convertirse en lo que era en aquel momento, una chica simpática y segura de sí misma a la mucha gente apreciaba y quería, incluida Ainhoa.

La chica se tumbó en la cama y, justo antes de dormirse, pensó en Toni. Gracias a aquel chico era más feliz de lo que jamás había sido, pero, lo que Ainhoa no sospechaba, es que, aquel que te da la felicidad, es el que más daño puede hacerte.

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