viernes, 22 de febrero de 2013

Soñar con tus besos - Capítulo 13





Capítulo 13: El novio de Ainhoa


El timbre de su casa sonó justo en el momento en que Elena terminó de preparase. La muchacha fue por el recibidor hasta la puerta y la abrió. Al otro lado se encontraba un sonriente Marcos.

-Hola, mi ángel-La saludó el chico-. ¿Estás lista?

-No-Contestó ella-, espera un momento.

Elena se dio la vuelta y subió a toda velocidad las escaleras que conducían hasta la segunda planta. Una vez allí, entró en su habitación y cogió su bolso, en el que había metido su móvil y algo de dinero pocos minutos antes.

Después, volvió a bajar corriendo las escaleras corriendo y se paró frente a la puerta principal, donde Marcos seguía esperándola.

-Ahora sí-Dijo Elena, sonriendo.

El chico también sonrió.

-Pues vamos.

Caminaron juntos, cogidos de la mano, hasta la cafetería en la que habían quedado con sus amigos. Por el camino, hablaron animadamente de cosas banales, relajados y sin preocupaciones, inocentes, sin saber que, en poco tiempo, sucedería algo que daría un importante giro a su relación.

Cuando llegaron al local, Ainhoa ya estaba allí, acompañada por un chico que Elena no conocía, presumiblemente su novio.

La muchacha se sorprendió mucho al descubrir que aquel chico aparentaba tener unos veinte años. La verdad era que debía de habérselo imaginado, pues su amiga le había dicho que Toni iba a la universidad, pero no se le había ocurrido pensar en eso hasta aquel momento.

Como Elena sospechaba, Ainhoa había exagerado un poco sobre su aspecto, pero no tanto como la muchacha esperaba.

En realidad, Toni daba cierta impresión de ser un semidios o algo por el estilo. Era increíblemente guapo, rubio como el sol y con unos profundos y hermosos ojos azul turquesa. Su cabello era ligeramente ondulado y lo llevaba bastante corto, al mismo estilo que todos los demás jóvenes.

Su rostro, pálido y perfecto, parecía estar esculpido en puro mármol y, por lo que Elena podía imaginar a través de la ropa, su cuerpo era igual, con unos marcados músculos.

La pareja estaba hablando sobre algo y Ainhoa parecía muy feliz.

Marcos y Elena se acercaron tímidamente a ellos y Ainhoa sonrió al verlos.

-¡Hola, chicos!-Saludó con entusiasmo.

-Hola-Dijeron ambos al unísono.

Al saludo siguió un corto pero incómodo momento en el que ninguno de ellos habló, al final Ainhoa dijo:

-Toni, estos son Elena-Señaló a su amiga- y Marcos-Finalizó volviéndose hacia el otro chico.

Toni esbozó una deslumbrante sonrisa que habría dejado a cualquier chica embelesada, y Elena no iba a ser menos.

-Encantado-Murmuró él.

Primero le estrechó la mano a Marcos y después se volvió hacia Elena, que tardó un poco en reaccionar porque aún seguía un poco embobada con aquella sonrisa.

Se saludaron con dos besos y, cuando se separaron, Elena frunció el ceño casi imperceptiblemente.

Le había parecido ver algo extraño en los ojos de Toni cuando la había visto, una mirada de reconocimiento o de sorpresa, pero aquello no era posible porque Elena estaba segura de que no había visto a aquel chico en su vida. Además, había sido tan fugaz que ya no estaba segura de haberlo visto.

-¿Entramos?-Preguntó Marcos, intentando empezar una conversación.

Todos asintieron y entraron en el local. Se sentaron en una mesa y, mientras tomaban una café, hablaron de todo un poco.

Toni les habló de la situación en la que se encontraba la universidad por los recortes de la crisis y él y Marcos entablaron una discusión a cerca del tema en la que las dos chicas sólo sonreían y asentían, sin participar mucho.

-¿Queréis que vayamos a cenar a algún sitio?-Preguntó Toni cuando salieron de la cafetería.

Ainhoa asintió inmediatamente ante la proposición y Elena y Marcos se miraron entre sí, dudando si acceder a ir con ellos o dejarlos solos. Se quedaron expectantes mientras esperaban su respuesta y, como parecían que querían que fueran, la muchacha miró a su novio con un mudo asentimiento y él sonrió.

-Claro-Respondió- , ¿a dónde vamos?

Toni se quedó pensando un momento y después respondió, sonriendo:

-No sé, soy nuevo por aquí y creo que tu también-Dijo mientras señalaba a Marcos con la mano-Así que tendréis que elegir vosotras-Continuó, mirando alternativamente a las dos chicas.

Ainhoa y Elena se miraron entre sí, sonriendo, pues sabían perfectamente lo que estaba pensando la otra. Había un restaurante en la ciudad donde hacían las mejores crepes que las dos amigas habían probado nunca y les encantaba ir allí de vez en cuando.

Se lo dijeron a los dos chicos y ellos aceptaron, queriendo probar aquellas magníficas crepes de las que les hablaban. Se montaron los cuatro en el coche de Toni, Ainhoa en el asiento del copiloto y Marcos y Elena en la parte trasera.

Por el camino, Elena sintió un fuerte dolor de cabeza, como si le hubieran dado un golpe con un martillo. El dolor se marchó igual de rápido que había venido y, cuando la muchacha creía que lo había imaginado, volvió a sentir otro golpe, esta vez más fuerte. Su rostro palideció y comenzó a ver doble. Sentía que había algo extraño en su cabeza, algo que no pertenecía a ella y que iba a hacer que se desmayar en cualquier momento.

-¿Estás bien?-Preguntó una voz conocida desde lejos.

La chica no respondió, se sentía cada vez más cerca de la inconsciencia, como si le estuvieran robando la energía gota a gota. Comenzó a faltarle el aire, no tenía la energía suficiente para respirar y, en ese momento, creyó que iba a morir. No podía sentir miedo, su cerebro estaba como adormilado y no podía pensar en nada absolutamente. Sus ojos se cerraron y su corazón dio el que parecía ser su último latido…

Entonces, algo extraño sucedió. Elena sintió que alguien sacaba aquella cosa intrusa de su mente y su energía volvió como si siempre hubiera estado allí. Tomó una fuerte bocanada de aire y miró a su alrededor, volviéndose consciente de nuevo del todo lo que la rodeaba.

Marcos estaba sentado a su lado y la sujetaba por la espalda mientras la miraba con ansiedad.

-¿Qué te ha pasado?-Inquirió al ver que se estaba recuperando-¿Te encuentras bien?

Elena asintió con la cabeza incapaz de hablar y apoyó la cabeza en el hombro de su novio mientras se recuperaba de aquella extraña experiencia. Marcos la rodeó con su brazo protectóramente y le besó la frente, en la que había algunas gotas de sudor frío.

Llegaron a la ciudad y cenaron tranquilamente en el restaurante, como si nada hubiera ocurrido. Lo cierto era que, a pesar de que había pasado un mal trago, Elena casi ni se acordaba de lo sucedido. El cerebro humano tiene una memoria selectiva y tiende a olvidar las situaciones traumáticas, pero esta en concreto no sería tan fácil de olvidar como la muchacha pensaba.

Durante la cena, Elena y Marcos no se separaron el uno del otro, y de vez en cuando se daban algún beso, intentando tranquilizarse el uno al otro.

Cuando llegó la hora de probar las crepes, a la chica se le hizo la boca agua y se le olvidó todo mientras se la comía, saboreando especialmente el chocolate caliente.

-¿Veis?-Comentó Ainhoa cuando todos terminaron de comerse su crepe-Os lo dijimos.

-Las mejores crepes que habéis probado nunca-Dijo Elena, terminando la frase de su amiga.

Los dos chicos estuvieron de acuerdo con ellas y la muchacha se volvió hacia Marcos sonriendo. Se le escapó una risita sin querer al ver lo que su novio tenía en la mejilla, cerca del labio. Se acercó a su oído y susurró mientras se reía suavemente:

-Creo que a ti te han gustado especialmente.

Después se separó un poco y cogió con el dedo índice la gota de chocolate que había en la cara de Marcos. Se la llevó a la boca y lo saboreó. Cuando terminó, miró a su novio. Él le estaba sonriendo y parecía que había olvidado ya lo que había ocurrido en el coche. Se acercó a ella y la besó en los labios, dulcemente.

Ainhoa carraspeó y, cuando Elena la miró, le hizo un gesto con la cabeza.

-¿Me acompañas al baño?-Preguntó.

La muchacha asintió con la cabeza y les sonrió a los dos chicos.

-Ahora volvemos.

Siguió a su amiga a través del restaurante y entró al lujoso baño, cerrando la puerta tras ella.

Una mujer y una niña pequeña salieron de uno de los baños. La mujer ayudó a la niña a llegar al lavabo para que se lavara las manos y después le pasó un trozo papel para que se las secara.

Cuando las dos salieron del baño, Ainhoa dejó de arreglarse el pelo y miró a Elena.

-Y…-Empezó a decir- ¿Qué te parece Toni?

La muchacha no estaba en absoluto sorprendida por la pregunta, pues sospechaba algo así cuando le pidió que la acompañara.

-Bueno, no está mal-Respondió Elena con una sonrisa-. Es muy simpático y, la verdad, no es precisamente feo el chico.

Ainhoa le dio un suave puñetazo en el hombro y dijo, fingiendo estar enfadada:

-Oye que es mi novio.

Las dos amigas se rieron por la escenita y, cuando se calmaron, Elena concluyó su respuesta.

-Me gusta.

Su amiga sonrió.

-Sabía que lo haría.

Salieron del baño riéndose de alguna broma privada y se reunieron con los chicos, que ya estaban en la entrada del restaurante.

-¿No vamos ya?-Preguntó Ainhoa-No quiero que vuelvan a castigarme por llegar tarde.

-Yo tampoco-Coincidió Elena.

-Pues vamos entonces.

Ainhoa se puso a buscar en su bolso algo y soltó una exclamación ahogada, como percatándose de algo.

-Me he dejado el móvil en el baño-Informó al ver que todos la miraban-. Voy a buscarlo.

Se dio la vuelta rápidamente y se dirigió de vuelta al baño.

-Mientras, yo también voy al baño-Dijo Marcos.

Se fue, siguiendo los pasos de Ainhoa y desapareció por la puerta de al lado.

Elena y Toni se quedaron solos, en un incómodo silencio.

-Bueno, Elena…-Empezó el chico-Ainhoa me ha contado que eres… especialmente inteligente.

-Sí-Respondió la muchacha sin mucho entusiasmo, soy superdotada.

-Y… ¿cómo es?-Inquirió con curiosidad.

-Pues… no sé-Murmuró Elena sin saber qué responder-. Nunca había pensado en ello.

Los dos se quedaron en silencio de nuevo, hasta que Toni habló:

-¿No te pasan cosas raras?

-¿A qué te refieres?-Preguntó la muchacha, desconcertada.

-Ya sabes… cosas relacionadas con la mente como saber lo que piensan los demás y mover objetos sin tocarlos, cosas así.

Elena se rió ante el comentario, aunque tenía que reconocer que había acertado en una cosa; ella había sabido lo que pensaban otros muchas veces, pero aquello era sólo intuición.

-Pero ¿tú que piensas que soy?-Dijo aún riendo-¿Un extraterrestre o algo así?

Toni no se rió con ella, de hecho, se puso más serio.

-Tienes que leer el libro.

La muchacha, que hasta aquel momento había estado riéndose, se puso seria también y lo miró, desconcertada.

-¿Qué libro?-Preguntó.

-Ángelos-Contestó Toni tranquilamente.

-¿Cómo sabes tú eso?-Demandó Elena, algo perpleja por el giro que había dado la situación.

-Tú sólo léelo, después lo entenderás todo.

-Espera, espera… ¿quién…?

-Ya está-Anunció Ainhoa, mostrando el objeto que llevaba en la mano-. He encontrado mi móvil. ¿Nos vamos?

Cuando ninguno de los dos contestó, la chica pareció percatarse de que pasaba algo raro, pero no dijo nada.

-Falta Marcos-Le respondió Toni, que reaccionó tardíamente.

En ese momento apareció Marcos, que acababa de volver del baño.

Los cuatro fueron al coche y se montaron sin decir nada.

-Elena, ¿estás bien?-Preguntó el chico cuando se sentó junto a ella en la parte trasera del vehículo-Parece que hayas visto un fantasma.

La muchacha sacudió la cabeza para apartar de su mente su extraña conversación con Toni y se volvió hacia su novio con una sonrisa.

-Sí, estoy bien-Respondió-. Tengo mejores cosas que hacer que ver fantasmas.

-¿Si?-Inquirió Marcos alzando una ceja-¿Cómo cuáles?

-Como esta-Susurró mientras se acercaba a él.

Le dio un suave beso en los labios y, cuando se separaron, el chico sonrió.

-Ni se te ocurra ponerte a ver fantasmas.

Elena se rió y después le dio otro beso, esta vez más largo.

Toni dejó a Elena y Marcos en la cafetería en la que habían estado por la tarde y se llevó a Ainhoa para dejarla en su casa.

La noche era fría y la blanca luz de la luna iluminaba tenuemente las calles de Spes, dándole al pueblo un aspecto más frío y sombrío de lo habitual, pero Elena se sentía segura. No era sólo el haber vivido en aquel lugar prácticamente toda su vida lo que le daba aquella sensación de curiosidad, sino la presencia de Marcos a su lado. No obstante, nada podía evitar que sintiera frío, así que se estremeció.

-¿Tienes frió?-Le preguntó el chico.

-Un poco-Reconoció ella.

Marcos se quitó la chaqueta y se la puso sobre los hombros. Después, la abrazó por detrás, dándole calor.

-¿Y ahora?

-Mucho mejor-Contestó sonriendo.

El muchacho la besó y continuaron caminando así hasta la casa de Elena.

Cuando estuvieron delante de la puerta, la chica se resistía a entrar; se sentía como en un sueño y no quería que aquel momento se acabara.

Se besaron, pero no fue el típico beso de despedida. Elena colocó los brazos alrededor del cuello del chico y él le rodeó la cintura, levantándola un poco del suelo hasta dejarla de puntillas. Fue un beso largo y habría continuado de no ser porque necesitaban respirar.

-Buenas noches, mi ángel-Se despidió Marcos.

La muchacha, inundada por sus emociones, no pudo contenerse y dijo lo que sentía sin pensarlo:

-Te quiero.

El chico al principio no reaccionó y, cuando Elena empezaba a que él no sentía lo mismo, lo dijo.

-Yo también te quiero.

Se fundieron en otro beso, más intenso que cualquiera que hubieran compartido y se quedaron en silencio, mirándose el uno al otro intensamente, sin miedo ni duda.

La muchacha entró en el jardín delantero, caminando hacia atrás, con la vista fija en su novio y una sonrisa en el rostro. Sin previo aviso, se dio la vuelta y corrió hasta la puerta de la casa, volviéndose sólo cuando la alcanzó.

Marcos seguía parado en el mismo lugar, mirándola y sonriendo.

Sus ojos se encontraron con los del chico en la distancia y entonces escuchó una voz en el interior de su mente que le dijo algo que atesoraría para siempre.

Te amo, Elena.

La chica suspiró y entró en su casa tan abrumada por la felicidad, que no se percató de aquello era algo extraño. Sólo sabía una cosa, y estaba completamente segura de que era cierta: Estaba perdidamente enamorada de Marcos y no había solución posible.

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