viernes, 22 de febrero de 2013

Soñar con tus besos - Capítulo 17




Capítulo 17: Los ángeles



Elena quedó petrificada al ver la cara del hombre que estaba sentado en la mesa, enfrente de ella. No podía ser él, Toni, el novio de su mejor amiga, aquello era completamente imposible, tenía que ser alguien que se le pareciera mucho… pero mucho. Toni… ¿un ángel?

La chica sacudió la cabeza para borrar todas las conclusiones precipitadas que estaban pasando por su mente y decidió esperar por una explicación.

-Elena-Comenzó Marcos, pareciendo algo incómodo-, este es Admes.

Admes y Toni. Esos dos nombres no se parecían en nada, pero pertenecían a una misma persona. Todo aquello tan confuso que sólo reflexionar sobre ello provocó a Elena un terrible dolor de cabeza, así que decidió dejarse llevar; ya pensaría luego en ello.

Admes (Toni) sonrió y los invitó a sentarse en la mesa junto a él haciendo un gesto con su cabeza. Marcos lo hizo al instante, pero Elena tardó un poco en reaccionar, sintiéndose aún confusa por la situación.

Cuando la muchacha se sentó, el hombre, pareciendo percatarse de la confusión que nublaba su mente, tomo la palabra.

-Elena… -Comenzó. Su tono era suave y dulce como si pesara que, hablando de otra manera, la iba a asustar-Sé que esto debe de ser confuso para ti, teniendo en cuenta que hace tan solo unas horas me conociste con otro nombre.

Elena soltó el aire que, sin darse cuenta, había estado conteniendo hasta el momento. Por lo menos no son imaginaciones mías, pensó con ironía.

-Esto al principio será difícil para ti porque es un cambio radical en tu vida, pero te acabarás acostumbrando. He hablado con los Mayores, te asignarán una ocupación cuando aprendas a controlar los dones elementales lo suficiente…

-Espera, espera…-Interrumpió Elena, frunciendo el ceño-¿Quiénes son los Mayores? ¿Qué son los dones elementales? ¿Se puede saber de qué estás hablando?

Admes miró a Marcos, había cierto reproche en sus ojos.

-¿No le has contado nada?-Inquirió.

-No-Respondió el chico negando con la cabeza-. Me dijiste que la trajera contando lo mínimo posible y eso he hecho.

El ángel asintió, como recordando haber dicho esas palabras y se volvió de nuevo hacia Elena.

-Marcos responderá a todas tus preguntas-Dijo-, él será tu guía.

Dicho esto, se levantó de la silla y, con una inclinación de cabeza y una sonrisa en los labios se despidió de la pareja, dejándolos solos en la mesa.

Elena siguió al ángel con la mirada hasta que despareció por la puerta y después se giró hacia Marcos, con un millón de preguntas en sus ojos azul profundo.

El chico sonrió al ver su cara y se levantó, tendiéndole su mano para que lo siguiera. La muchacha la tomó y se incorporó también.

-¿A dónde vamos?-Preguntó con curiosidad.

-A un lugar más tranquilo.

Caminando de la mano, salieron de restaurante y recorrieron unos cuantos pasillos hasta pararse frente a una puerta, en apariencia, igual que el resto de las puertas que había en aquel pasillo.

Marcos susurró algo y después giró el pomo de la puerta, que se abrió sin ninguna dificultad. Se apartó para dejar pasar a Elena y entró detrás, cerrando la puerta a sus espaldas.

La chica miró a su alrededor. Se encontraba en una habitación de paredes blancas, igual que las del resto del edifico, y muebles del mismo color. Podía parecer algo impersonal, pero había algo en aquel lugar que le daba un aspecto íntimo y cálido, como el de un lugar al que no se invitaba cualquiera.

En aquel cuarto había una única cama, con sábanas azules y bordados plateados; una estantería en la que había cinco o seis libros, un escritorio de madera clara con su correspondiente silla y un sillón azul claro que parecía muy cómodo.

-Aquí podremos hablar tranquilamente-Dijo Marcos, sentándose en el sillón.

Elena dejó de inspeccionar la habitación y lo miró. La estaba mirando mientras sonreía y la muchacha no pudo evitar recordar la noche anterior, cuando le dijo que la quería. Todo parecía haberse vuelto del revés. En apenas unas horas, su vida había cambiado por completo y lo único que la mantenía serena en aquel momento era su amor por aquel chico que se encontraba frente a ella. Él era su único apoyo en mar en tormenta en el que se había convertido su vida.

Marcos tomó la mano de Elena y tiró de ella hasta sentarla sobre su regazo. La chica apoyó la cabeza en su cuello y respiró su inconfundible esencia, que había aprendido a reconocer en poco tiempo.

-¿Qué quieres saber?-Preguntó Marcos dulcemente.

La muchacha pensó en todas sus preguntas, poniéndolas en orden de importancia. La que más le interesaba tenía que ver con Admes, el ángel con el que habían estado minutos antes, en la mesa del restaurante, pero pensó que debía saber primero lo básico, antes de enfrentarse a casos particulares.

-¿Qué son los dones elementales?-Preguntó finalmente.

Marcos suspiró como preparándose para un largo interrogatorio.

-Todos los ángeles tienen una serie de poderes comunes que les ayudan a cumplir con su misión. Dependiendo de la clase de trabajo que realicen se especializan más en unos poderes, pero no dejan de tener los demás. Esos poderes comunes de los que te hablo son los dones elementales-Hizo una pausa y después continuó-. Además de estos, existen otros poderes, que se llaman dones superiores. En su mayoría están relacionados con la amplificación de la fuerza o el control sobre un poder elemental.

Elena miró al chico sin comprender y este, al darse cuenta, intentó explicarse.

-Uno de los dones elementales es la capacidad de ver el futuro-Comenzó Marcos-. La mayoría de los ángeles tardan bastante tiempo en controlar ese don para ver el futuro de una persona en concreto cuando ellos quieren. Imagina que yo tengo un don superior que hace que sepa controlar ese don sin ninguna dificultad y sin necesidad de entrenarlo. Ese don influye sobre un don elemental. ¿Lo entiendes?

La muchacha asintió con la cabeza y, mientras analizaba las palabras del chico, recordó algo que antes había pasado por alto.

-Antes has dicho que los dones superiores, en su mayoría, están relacionados con algún poder elemental, ¿qué otros dones hay?

Marcos miró a Elena antes de comenzar a hablar.

-Esos dones sólo los poseen los ángeles de mayor rango.

-¿Hay jerarquías entre los ángeles?

-Sí, cuatro. Yo soy un ángel menor, pero también hay ángeles medios y altos. En el escalón más alto de la jerarquía solo hay tres ángeles, y son los Mayores.

-¿Y qué dones superiores puede tener cada jerarquía?

-Pues los ángeles menores tienen un don que modifica uno de los elementales, como ya te he dicho, los ángeles medios y altos pueden tener dones que les permiten controlar las emociones o incluso los sentimientos de las personas, poseer los cuerpos de otros o convertirse en lo que quieran. Esos poderes conllevan mucha responsabilidad porque con ellos se puede hacer mucho daño a los humanos. Por aquí se dice que tu rango depende de la confianza que tenga Dios en ti, por eso los Mayores tienen los dones más poderosos. Sólo son rumores, pero dicen que Gabriel, el más importante de los Mayores, puede resucitar a los muertos.



Elena se quedó en silencio, asimilando todo lo que Marcos le había revelado. Después continuó con sus preguntas.

-¿Qué es eso de que me van a asignar una misión?

-Todos los ángeles tienen un trabajo con el que deben cumplir para que el mundo funcione y tú, como ángel, también debes tener uno. Cada ángel hace una cosa que, directa o indirectamente, influye en los humanos. La misión de nuestra especie es proteger a los humanos para que no caigan en las tentaciones engañosas de los demonios y limpiar sus almas. Básicamente, velar por su felicidad.

-¿Qué misión tienes tú?-Preguntó Elena con curiosidad.

-Descubrir los problemas morales que tienen los humanos que me rodean y alertar para que otros ángeles los solucionen. Mi misión no se basa en la interacción con humanos, sino en su observación.

La muchacha hizo un gesto con la cabeza para mostrar que lo había comprendido y se quedó quieta. Después, quitando la cabeza de su cuello, en el que había estado apoyada todo el tiempo, miró al chico a los ojos y formuló la pregunta que había tenido en la cabeza desde que vio a Admes en el restaurante.

-¿Por qué me has traído aquí para ver a Admes?

Marcos no dijo nada durante un momento y se quedó mirando a la chica a los ojos. No parecía muy cómodo con lo que estaba a punto de decir y, cuando Elena estaba a punto de preguntarle de nuevo, él dijo:

-Porque él es tu padre.

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