viernes, 8 de marzo de 2013

Soñar con tus besos - Capítulo 21



Capítulo 21: Secretos de familia


Cuando Marcos se fue pasadas las diez de la noche, Elena salió de su habitación con un suspiro. Tendría que enfrentarse a sus padres tarde o temprano y no quería retrasarlo más de todos modos. Bajó las escaleras lentamente, escuchando con atención para asegurarse de su hermano ya se había ido a la cama; era sólo un niño y no quería que se enterara de toda aquella historia. Cuando llegó al último peldaño, esperó otro momento para asegurarse bien y después entró en el salón, que tenía la luz encendida. Sus padres habían estado hablando en susurros y cuando la vieron se callaron y la miraron con expresión de cariño y culpabilidad. Elena estaba mucho más calmada que antes, Marcos le había ayudado con eso, así que, aunque se mantuvo seria, intentó ser más amable. Sin dejar de mirar a sus padres, se sentó en el sillón que había justo enfrente del sofá en el que estaban ellos.

-¿Por qué?-Preguntó simplemente.

Sabía que era una pregunta muy general, pero también sabía que sus padres la entenderían. Ambos se quedaron en silencio un momento y después fue Alicia quien habló.

-Unos dos años después de casarnos, tu padre y yo decidimos tener un hijo. No conseguía quedarme embarazada así que acudimos a un médico y nos hicieron... pruebas. Resultó ser que tenía dificultad para concebir y era casi imposible que tuviera hijos de forma natural, así que, después de pensarlo mucho, decidimos adoptar. Recuerdo perfectamente aquel día, el primer día que te vi, cariño. Fuimos un orfanato que había a las afueras de Barcelona y, después de hablar con el director, nos llevaron a un aula en la que había muchos niños. Tú eras la más pequeña de todos, apenas tres meses, pero ya sabías andar y te acercaste a nosotros. Te quedaste mirándonos y después sonreíste. Te he querido siempre desde entonces, como si fueras mi propia hija, porque lo eres, tú eres mi hija, Elena.

Para cuando Alicia terminó de hablar a Elena no le quedaba ya ni una pizca de la rabia y el dolor que había sentido antes. Se quedó en silencio durante un momento, reflexionando sobre las palabras de su madre y después, cogiéndolos por sorpresa, se levantó del sillón y abrazó a sus padres.

-Yo también os quiero… mucho-Murmuró Elena con un nudo en la garganta por las lágrimas.

Su madre la abrazó y le dio como cien besos en la mejilla y Javier le besó la frente. SE quedaron un momento así, abrazados, y luego Elena se separó abruptamente; una idea que antes había desechado acababa de volver a emerger en su cabeza.

-Entonces… Dani…

Alicia la miró frunciendo el ceño y después su cara se iluminó con comprensión.

-He dicho que era difícil, no imposible-Dijo sonriendo.

La chica sonrió también, ahora más tranquila. No quería que su hermanito pasara por todo aquello, por nada del mundo. Volvió a sentarse en el sillón y miró a sus padres, tenía muchas preguntas que hacerles. ¿Sabrían ellos que era un ángel?

-¿Conocisteis a mis… padres biológicos?

Alicia y Javier se miraron durante un segundo y su padre negó con la cabeza.

-Lo único que sabemos es que eran muy jóvenes, no más de veinte años. Tu padre tenía los mismos ojos que tú.

Elena clavó la vista en el suelo, afectada por la visible incomodidad de sus padres. Javier miró a su mujer y después dijo:

-Si quieres… podemos ayudarte a buscarlos…

-No-Cortó Elena, levantado la cabeza-, no hace falta.

Dudó un momento sobre si decirles que, en realidad, ya conocía a su padre, aunque no sabía que era él cuando lo vio, pero desechó la idea, ya que aquello podría herirlos. Alicia y Javier la observaron y Elena, al percatarse, sonrió.

-No quiero conocerlos. –Dijo simplemente.

Todos se quedaron en silencio y Elena hizo una pregunta que no se le había ocurrido hasta ese momento.

-¿Saben el resto que soy… -Le costaba decir la palabra- adoptada?

-¿Quiénes?

-El resto de la familia, ¿lo saben?

Sus padres se miraron y Alicia fue quien habló.

-Sí, ellos lo saben.

Elena miró hacia el suelo. Todo el mundo en su familia sabía la verdad, todos menos ella, pero eso ya no importaba, no podía estar enfadada con todos por guardar ese secreto, por muy grande que fuera, sabía que lo habían hecho para protegerla.

La chica se levantó del sillón, miró a sus padres y sonrió, los quería mucho y podía perdonarlos ahora que los entendía.

-Me voy a dormir, estoy cansada.

-Buenas noches-Dijo Alicia con una sonrisa dulce.

-Buenas noches-Susurró Elena.

Subió las escaleras lentamente, sintiendo la mirada de sus padres en su espalda. Sabía que nada volvería a ser como antes después de aquello; su relación con sus padres no volvería a ser la misma, su vida no volvería a ser la misma. Además, otras cosas había cambiado en aquel largo día, porque, aunque le costara creerlo todo había ocurrido en un solo día. Ahora era un ángel y Marcos, el mismo chico al que deseaba besar a cada momento, era su mentor. Las cosas no podían ser más extrañas. Elena quería que todo fuera un sueño, un largo sueño, y que cuando despertara nada hubiera cambiado, pero sabía que era real y que, por mucho que lo desease, al día siguiente seguiría siéndolo.

Se tumbó en la cama y cerró los ojos. Se quedó dormida al instante, había sido un día agotador. Mañana sería otro día.

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